Santiago, el joven que Mahavir Kmina ha visto crecer

“Hoy, recuerdo algunas de mis primeras visitas a la Corporación, en las que jugaba y recorría las instalaciones”, fueron las palabras de Santiago, un joven que Mahavir Kmina ha visto crecer, al ser uno de los beneficiarios más antiguos. Doce años atrás, con tan solo nueve años de edad, llegó a las instalaciones para recibir su primera prótesis, sin pensar que más adelante podría seguir contando con el apoyo de la entidad sin ánimo de lucro, que hasta el día de hoy, le ha brindado ocho prótesis para cumplir sus sueños.

Debido a una malformación congénita, en la cual el hueso de su pierna derecha no se desarrolló adecuadamente, a los seis años de edad, fue sometido a una cirugía de reconstrucción de rodilla, que le permitiría obtener una prótesis de pierna en el futuro, la cual, ahora, es una realidad.

“La primera prótesis que se recibe siempre es difícil, porque uno no está acostumbrado, pero con tiempo, es como ponerse y quitarse los zapatos”, comenta, mientras ameniza el ambiente con las notas y acordes que salen de su guitarra, con las que acompaña cada palabra que menciona para contar su historia.

Durante sus primeros años en la escuela, pasó por situaciones difíciles, “todos los niños podemos ser un poco crueles”, expresa Santiago, porque esta no fue una situación ajena a su realidad. Precisamente, esta fue la época más complicada para él, pues sus compañeros de la escuela solían hacer comentarios sobre su condición y aunque al principio esto lo afectaba, poco a poco, se hizo consciente de que no debía afectarlo, pues al igual que ellos, podía lograr todo lo que se proponía y realizar las actividades que deseaba, así que ya no tenía de qué preocuparse.

“Hace mucho tiempo, existieron esas patinetas de dos ruedas, como me tenía que balancear, era complicado y fui capaz de montar en la patineta tranquilo”, recuerda Santiago, comentando que ha sido uno de sus logros más significativos. Así mismo, hoy, a sus veintiún años, siente que cada una de sus prótesis se han convertido en una parte fundamental de su día a día, “es la mejor compañera que tendré por el resto de la vida”, expresa.

Santiago nunca ha estado solo, Mireya, su madre, ha sido un apoyo incondicional y gracias a la confianza que ella ha depositado en él, lo ha impulsado a lograr todo lo que se propone, así como sus estudios. En el 2016, finalizó el bachillerato con mucha satisfacción y como recompensa a su desempeño, obtuvo una beca en el Sena para realizar sus estudios en operaciones financieras. Además, ha estudiado marketing digital y ventas, sin dejar a un lado su gran pasión: la música, con la cual empezó a tener un acercamiento, desde sus dieciocho años y a la que se dedica hoy en día, cursando el segundo semestre de producción musical, con énfasis en guitarra, en la Escuela Superior Tecnológica de Artes Débora Arango.

A través de su experiencia en los estudios y la interacción con tantas personas que ha conocido a lo largo de su trayectoria, ha dejado atrás el niño tímido e inseguro que mostraba ser, convirtiéndose en un hombre que confía plenamente en sí mismo y lleno de sueños. Uno de ellos es ser profesor de música y producción, para compartir su conocimiento con otros y como dice él, “transmitir y explicar los temas de la manera en que cada uno aprende, porque cada uno es distinto”.

Santiago, desde su ejemplo, compartió algunas palabras para alentar a todas aquellas personas que han perdido alguna parte de su cuerpo y sienten frustración o tristeza, “es muy importante entender que el proceso de adaptación no es fácil y requiere mucho compromiso y voluntad para lograr todo lo que se propone”. Antes de finalizar la conversación, detiene la melodía de su guitarra, poco a poco, para hacer énfasis en las palabras de agradecimiento, “agradezco a Mahavir Kmina por toda la ayuda tan importante que le ha brindado a mi vida, ofreciéndome el mejor servicio, porque uso mi prótesis todo el día”.