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Amor familiar como inspiración para volver a empezar

Judith, una mujer de 68 años, viajó desde Acacias, Meta, para cumplir el sueño de volver a caminar. Usando su prótesis artesanal, con un pie de madera y un tubo de PVC, con la cual se había movilizado durante tres meses, entró por las puertas de Mahavir Kmina, con la ilusión de obtener una prótesis que le brindara la comodidad y la seguridad que necesitaba para sentirse, por fin, tranquila al dar cada paso.



Mahavir Kmina


A principios del año 2021, Judith notó que un granito le crecía en la planta del pie y sin pensar que algo grave podría estar pasando, decidió untarse cremas, mientras se trataba con yerbas medicinales y aguas, tan tradicionales en la cultura colombiana. “Cuando menos pensé, ya estaba esperando la muerte. Yo estaba muy grave”, narraba la mujer, mientras aguardaba, muy esperanzada, el momento en el que le iban a entregar su nueva prótesis, dentro de un cubículo de adaptación de la Corporación.


Para recuperarse de la infección que atacaba su pierna derecha, fue sometida a cinco cirugías, de las cuales tres fueron lavados quirúrgicos, una cardio vascular y, finalmente, por recomendación del doctor para salvarle la vida, el 13 de mayo, le realizaron la amputación de su pierna. “Yo no quería, porque esto es muy duro y le dije a mi hija que yo no me la mandaba a cortar”, expresaba Judith, agregando, “mis hijos me dijeron, ‘mamá, nosotros preferimos mirarla sin la piernita, pero viva’ y así fue”.


Para ella, el proceso de rehabilitación ha significado superar una serie de retos y probarse a sí misma que sí puede, porque a pesar de las dificultades que afronta día a día, puede continuar hacia adelante, motivada por el amor de sus hijos. Andrea, una de sus hijas, fue quien investigando en Google, descubrió la existencia de Mahavir Kmina y decidió enviar un correo, un viernes a mitad de año, preguntando cómo podían acceder a una prótesis para su madre y recibió una respuesta, por parte del equipo, en la mañana del lunes siguiente. “Llené el formulario el lunes en la mañana y dos meses después, ya llamé y me dijeron que sí, que había salido beneficiada y que mi mamá tenía la cita a las 7 a. m., el día 10 de noviembre y pues aquí estamos con el poder de Dios, gracias a Dios y pues gracias a todos ustedes por este gran apoyo que nos dan”, comentaba Andrea, muy contenta de ver a su mamá recibiendo su prótesis, porque era un paso más, para verla sonreír dando sus nuevos pasos.


Aunque acceder a la prótesis de Mahavir Kmina fue fácil, antes de conocer sobre la Corporación, Andrea intentó tocar muchas puertas, en otros lugares y en diferentes ciudades. En Bogotá, la más barata que le ofrecieron costaba $4’500.000 COP, la cual no podían pagar, pues no contaban con los recursos suficientes para acceder a ella. Además, se acercaron a distintas fundaciones con el ánimo de que le ayudaran a Judith en su proceso de rehabilitación, y si bien esta búsqueda fue compleja, una vez recibieron la noticia de que serían beneficiados por Mahavir Kmina, otra fundación, conformada por personas con pocos recursos económicos, quienes recaudan dinero para ayudarse entre sí y apoyar a quien más necesite apoyo en cada momento, les ayudó con los viáticos que necesitaban para poder viajar hasta La Estrella, Antioquia y asistir a la cita que por algunos meses habían soñado.


Según Andrea, lo más complicado fue convencer a su madre de que podía volver a caminar. “Fue un poco difícil cuando a ella le amputaron la pierna, porque pues, de la noche a la mañana quedó sentada en una silla de ruedas y no se quería parar, y yo le decía, usted puede, mamá, usted es una berraca, se para y la silla de ruedas queda suspendida. Tiene que caminar en un caminador, tiene que caminar en unas muletas, la silla de ruedas no, porque en todas las fundaciones siempre me decían que tenía que suspenderle la silla de ruedas, porque si ella se dedicaba solo a la silla de ruedas, pues podía perder la otra pierna y la idea era que volviera a caminar, no que perdiera su otra pierna”.


Aunque, como comentaba Andrea, el proceso no ha sido fácil, desde un comienzo le ha brindado todo su apoyo, transmitiéndole la fortaleza que no se explicaba de dónde sacaba, pero que su madre necesitaba, por lo que relataba, “ha sido muy complejo para ella, pero sí he sido un poco fuerte en el proceso con ella, porque si no, no lo va lograr y al principio sí fue un poquito duro y ella lloraba y gracias a Dios aquí estamos y con moral”.


Su familia, al ver la dificultad que tenía para pararse de la silla de ruedas y atreverse a dar sus primeros pasos con el caminador, trataban de pensar en alternativas que le permitieran animarse a caminar. “Fue entonces, cuando el esposo de mi prima se inventó esta prótesis que vamos a dar aquí como donación para el museo”, narraba Andrea mientras sostenía la prótesis artesanal, agregando, “es una ayuda muy berraca, porque ya podía caminar, ir al baño y todo fue muchísimo mejor, gracias a Dios”. Judith logró, para alegría de todos, recuperar un poco de independencia con aquella prótesis, que hecha de PVC y madera, le servía para fortalecer su pierna izquierda y acostumbrarse a usarla, mientras obtenía una que no fuera artesanal, pero fabricada a su medida, según sus condiciones y necesidades.



Ellas, aunque estaban felices y ansiosas, viajaban con mucha preocupación, porque, como ambas mencionaban, es muy común pensar, “¿eso regalado si será algo bueno?”, pero al entrar a las instalaciones y encontrarse con el personal de la Corporación, esa preocupación desapareció y una sonrisa empezó a dibujarse en sus rostros, porque ahora sabían que todo era real. Andrea, incluso, comentaba, “es realmente muy bueno y sincero, no es un engaño, como muchas personas creemos, que todo el mundo nos va a engañar”.


Pasaron seis horas desde que Judith y su gran apoyo, Andrea, llegaron a las instalaciones y con mucha emoción, sus deseos se hacían realidad, pues recibió y se midió, por primera vez, su prótesis soñada. Con algunas lágrimas brotando de sus ojos, agradeció, diciendo con mucha potencia en su voz, “Diosito lindo y ustedes, aquí la fundación, Mahavir Kmina me regala mi prótesis y estoy muy contenta, le doy gracias a mi Padre celestial y a ustedes, que vuelvo a caminar, porque esto es muy duro Dios mío, Señor, no me canso de decirles gracias a todos por mi patica, que me la regalaron y me han colaborado en forma, mucho, mucho y aquí estoy, ahoritica mismo me regreso para la casa”.


Andrea, por su parte, observaba a su mamá, mientras se probaba la prótesis frente al espejo, con cuidado, reparaba la nueva apariencia de su madre y con una sonrisa le comentaba, “para adelante, porque la vida sigue, aunque uno no tenga un miembro de su cuerpo, no significa que uno muere ahí, la vida hay que seguirla con fortaleza y berraquera, obviamente agarrados de la mano de Dios”.


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