Héctor, el campesino que cultivó el amor y la esperanza
Héctor, un campesino de 71 años, viajó desde su tierra, Quebradanegra, Cundinamarca, hasta Medellín, para asistir a su cita más anhelada en los últimos 4 años, pues recibiría, por primera vez, una prótesis para volver a empezar. Desde que la recibió, hizo su primer intento de caminar y sin pensarlo, se adaptó más fácil de lo que jamás imaginó, pues empezó a usarla como todo un experto. En sus primeros pasos, ya podíamos ver a través de sus ojos, el reflejo de la inmensa felicidad que sentía, de por fin, poder liberar sus manos de las muletas y empezarlas a utilizar en muchas más actividades, que desde unos años atrás, no había podido.
Cuando Ledys, la protesista encargada de su proceso, le indicó que para continuar con la adaptación, debía sentarse un momento para hacerle una serie de preguntas acerca de cómo se sentía con la prótesis. A medida que respondía cada una de ellas, se percibía su tranquilidad, pues aunque en un principio sintió una pequeña molestia, con una parte que le tallaba en su muñón, sobresalía su sonrisa, que mostraba el sentimiento de gratitud, por estar cumpliendo su sueño de volver a caminar.
Mientras hacían algunos ajustes, narró detalladamente, los sucesos que lo llevaron a necesitar una prótesis. Empezó diciendo, “yo me quemé esa pierna con gasolina y después, me salió vena varicosa y me hicieron dos operaciones que no sirvieron de nada, porque volví y me enfermé”. Después de las cirugías, Héctor se encontró en su camino con Nicolás, un médico que comenzó a hacer su año rural. “Me revisó la pierna y me dijo que me tenía que hacer más exámenes y me mandó a hacerme una biopsia, que me salió mala, porque descubrieron un tumor pegado al hueso. Me enviaron al instituto de oncología y ahí me amputaron la pierna el 31 de enero de 2018”, nos comentó durante la espera en el cubículo de adaptación, acompañado por su hija.
Para él, su familia ha sido un gran apoyo en todo el proceso de rehabilitación, porque siempre lo han motivado a seguir adelante. Juntos, habían mantenido siempre la esperanza de que un día iba poder volver a trabajar en lo que más le gustaba, el campo, pues como él mismo lo expresaba, “sin las muletas y con las manos libres, es más cómodo trabajar”, explicando, “con la muleta ya es más complicado, porque usted ya va a pasar algo a un sitio y no puede, en cambio con las prótesis, espero que venga un trabajo más suave y más cómodo”.
Gracias a su esfuerzo durante años, haciendo todos los días sus labores en el campo, logró sacar a sus cuatro hijos adelante y es por eso que hoy, puede cosechar el amor que sembró y que todos los días sigue cultivando ellos, pues son quienes lo acompañan en cada momento de su vida.
Muy contento con su visita en Mahavir Kmina, Héctor contaba, “el médico me mostró la prótesis ayer y me pareció muy bonita. Según todo lo que he alcanzado a ver de la Corporación, me ha parecido muy bueno el servicio y las instalaciones. Me he sentido muy bien atendido y ahora que puedo dar el paso, significa un paso de esperanza”. Ahora, es un ejemplo más, de que nuestro propósito de brindar oportunidades para volver a empezar, hace muchos sueños realidad.
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