Una madre y una hija contra todo pronóstico
Veintiséis años atrás, Yulieth acercaba a Carolina, su recién nacida, hacia su pecho, para contemplarla y darle calor. Era tan pequeña que podía sostenerla en una mano. Sin importar las complicaciones durante el embarazo, desde el primer instante, le dio todo su amor, siempre, con la determinación de sacarla adelante. “Al ser tan pequeña, nadie se atrevía a cargarla o bañarla. Como siempre estuvimos juntas, desarrollamos un lazo muy fuerte”, expresa la madre con mucha emoción.
Para Yulieth, los síntomas de aborto fueron una gran preocupación desde el comienzo del embarazo, por lo que los doctores siempre le manifestaron el alto riesgo que tenía de perder a su bebé. En el quinto mes de gestación, a través de las ecografías, el equipo médico logró identificar las malformaciones congénitas con las que nacería Carolina. Durante el proceso de parto, se sumó una preocupación más, pues el cordón umbilical, además de las malformaciones congénitas que ya conocían, se enredó en una de sus piernas, y a pesar de todos los pronósticos negativos sobre su bebé, ella decidió tener a su hija el 15 de marzo de 1995, aunque fuera prematura y naciera después de tan solo siete meses, por lo que fue remitida en Caucasia a un hospital de Medellín, donde le garantizaban una atención más rigurosa, en la situación complicada por la que estaba pasando.
“En ese momento, mi esposo y yo decidimos que yo no iba a trabajar para dedicarme por completo a la niña”, pues como cuenta Yutlieth, los exámenes, procedimientos y tratamientos que requería la pequeña, desde sus cinco meses de nacida, implicaba el cuidado y una gran dedicación de tiempo por parte de uno de sus padres. En los primeros años, su papá podía cotizar en la Entidad Promotora de Salud (EPS) y fue así como Carolina recibió su primera prótesis, cuando tenía tan solo un añito de edad.
Aunque, una vez más, las opiniones profesionales por parte de los médicos no eran muy optimistas e insistían en que la niña se tardaría más de lo común en aprender a caminar, ella desde pequeña demostró su tenacidad y aprendió a caminar una vez recibió la prótesis.
Desde entonces, Carolina ha recibido aproximadamente diez prótesis, la mayoría por parte de la EPS, la entidad bajo la cual se encontraba amparada gracias a su padre, quien unos años más tarde falleció. A pesar de su ausencia, ella siguió contando con las prótesis de la EPS, hasta que cumplió dieciocho años, la mayoría de edad en Colombia. Unos años más tarde, en vista de que no contaría más con este apoyo, debido a las dificultades económicas, al convertirse en madre soltera y no contar con un trabajo estable que le permitiera cotizar en la entidad de la salud, ella buscaba la manera de seguir cumpliendo sus sueños y fue así, como con el apoyo de su madre y su padrastro, quien se desempeña como carpintero, le fabricaron unos cuantos pies artesanales en madera.
“Durante su crecimiento, siempre quise apoyarla en todo, ella es mi razón de ser. Le enseñé a que no se sintiera menos que los demás por su condición, quise mostrarle el mundo tal cual es y que pudiera vestirse como quisiera, que pudiera hacer todo lo que se propusiera”, comenta Yulieth con mucho orgullo, añadiendo, “Carolina aprendió a montar bicicleta, bailar y hacer todo. Estoy muy orgullosa al verla crecer tan independiente. Veo la superación de ella y ella se esfuerza en ser la mejor persona y la admiro mucho”.
Gracias a este ejemplo y motivación por parte de su madre, siempre tuvo muy claro que todo lo que soñara, podía lograrlo. Su interés por continuar aprendiendo, la llevó a buscar oportunidades en internet para seguir preparándose académicamente y fue así, como en el 2014, empezó sus estudios de Recursos Humanos en el SENA, siendo becada por el Colegio Mayor de Antioquia.
Cuando Carolina supo que tenía un bebé que venía en camino, su primer temor fue pensar que podría nacer con malformaciones congénitas, debido a la condiciones genéticas que creían que podía afectarlo. Pero una vez supo que el pequeño nacería sin ninguna complicación, su mayor preocupación era trabajar para criarlo, brindándole el mismo amor que recibió de su madre.
Aunque ha contado con diferentes experiencias trabajando, la pandemia la afectó fuertemente en el tema laboral. “Yo me le mido a lo que sea. Hasta ahora, he trabajado en supermercados, sucursales bancarias, entre otros. Hoy en día, la situación es más difícil, también por la pandemia, es por esto que me dedico a hacer decoraciones para fiestas y anchetas como regalos”, cuenta Carolina, hablando un poco sobre su emprendimiento.
Al necesitar un cambio de prótesis y no poder contar con los recursos para acceder a una nueva, decidió buscar una oportunidad para volver a caminar y fue así como conoció a Mahavir Kmina. Navegando en internet, se encontró con una corporación ubicada en Medellín, con la promesa de entregar prótesis gratuitas a quienes más la necesitan, y sin dudarlo, escribió un correo contando su caso. Durante esos mismos días, su madre le contó sobre una conocida que ya había sido beneficiada por Mahavir Kmina, lo cual aumentó su esperanza de recibir la prótesis que tanto estaba necesitando. “Me respondieron al mes y luego me llamaron diciendo que tenía que esperar un poco más debido a la pandemia, me explicaron que tenía que quedarme un par de días en la ciudad de Medellín y me indicaron que contaban con un hogar de paso muy económico, para hospedarme durante el tiempo que fuera necesario. Volvieron a llamarme para decirme que tenía la cita el viernes 18 de junio, así que me preparé y viajé el miércoles a Medellín”, cuenta Carolina y agrega, “quedé sorprendida con la rapidez con la que fabrican las prótesis, llegué a las ocho de la mañana y a las cuatro de la tarde ya estaba lista con mi prótesis. Es muy bonito ver que algunos protesistas también son usuarios de prótesis. Me tranquiliza saber que puedo contar con una corporación que está dispuesta a ayudarme y que no estoy sola”.
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